Ella intuye algo...

Después de todo es su hija. Aún a pesar de todo es su hija.
Rosana se negaba a tomar su medicación y por un tiempo se la vio lúcida, sus alegrías se concatenaban con episodios de tristezas, pero esporádicos.
Ella como madre, confiaba en que su primogénita saldría adelante.
Pero pronto comenzó a marcharse, los tiempos de huidas eran cada vez más largos.
Una o dos semanas atrás se había ido con el gato de la casa y volvió sin él.
La ropa manchada de sangre.
Se enojó, pero temió preguntar.
¿Que hace su Rosana cuando su mente sin estribos, corre enloquecida por los túneles oscuros de su esquizofrenia?
¿Que tan peligrosa puede ser su bipolaridad?
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Es su hija, no un monstruo, la gente la evita.
Es su hija, no un monstruo, estará a su lado pase lo que pase.
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La medicación ayuda pero no cura.
No puede tenerla atada, la niña se le marchita ante sus ojos.
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Hoy ha desatado a su Rosana, prefiere verla viva, sintiendo, amando, sufriendo, odiando, cantando, rezando, gritando... siendo perturbadoramente extraña.
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Hoy ha desatado a su Rosana.
Es su hija, no un monstruo.
Las manchas de sangre que no salgan de la ropa... serán quemadas.
¡Siempre hay una solución!
Su Rosana tiene vida y vivirá.
Mañana será otro día.
¿Que tan peligrosa puede ser su locura?... la respuesta no existe, no la quiere saber.
Ella no es un monstruo... (¿o si?)