Monstruos que retozan en este sitio:

domingo, 6 de diciembre de 2009

¿Qué has hecho Rosana?

Llegó a su casa a las 5 de la madrugada y cruzó corriendo en puntitas de pié hasta su habitación, había una mezcla de alegría e inocencia en sus pasitos.
Era como una niña de cuatro años jugando, robando frescura a la mañana, tiñendo de sangre el oscuro destino, bailando pequeñito para no ser encontrada.
...
-¿Rosana?- preguntó la madre desde su habitación, respirando aliviada. Su hija acababa de entrar. ¡Había vuelto! Su hija. Su pequeña hija. El tesoro que cada segundo temía perder. El eterno alarido extraviado en una mente alienada. ¡Su niña!
Empujó despacio la puerta.
Rosana sonreía sentada en su cama.
La sonrisa más bella y a la vez la más distante. Ella, no era ella.
Prendió la luz y la claridad le partió en mil pedazos la escoria que le quedaba por alma.
-Rosana- murmuró -¡Rosana!
La muchacha le extendía las manos, mostrándole un pedazo amorfo de carne, y le sonreía. Era como una niña de cinco años, traviesa e inmadura.
Le acarició el pelo con ternura. Era su hija.
En silencio le sacó la ropa ensangrentada y se la llevó, arrastrando los pies al marcharse, apoyándose por ratos en la pared para no caerse, para no perder el equilibrio del dolor y la razón.
Media hora después, sentada en el pasto del patio de su casa.
Miraba la hoguera... llorando en silencio.
...

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