Monstruos que retozan en este sitio:

jueves, 3 de diciembre de 2009

¿Vos te meterías con una mina como ella?

Se despertó con el sonido de la música.
Era un tema que a ella le gustaba escuchar cuando estaban juntos, escondidos, en la casa de él.
"Tu eres mi obsesión" decía el estribillo. "Tu eres, tu eres, tu eres mi gran obsesión".
Ultimamente se ponía inquieta, le soltaba las manos y caminaba de una punta de la habitación a la otra, hablando sola, abriendo y cerrando los puños.
El chico a veces esperaba paciente a que le pasara, en otras ocasiones le temía.
Se corrían rumores. Se hablaba de ella. Nada concluyente, nada comprobado, chismes de viejas de vereda.
La Rosana que él llevaba a la cama era cambiante. Reía a las carcajadas o lloraba intensamente, pero nunca haría lo que decían... lo que se hablaba... chismes de viejas desdentadas.
A veces esperaba paciente a que le pasara, en otras ocasiones le temía. Ese día, ¡Rosana le provocaba miedo! El solo verla, moviendose despacio, murmurando, con una pequeña luz iluminandola desde un lateral, le ponía los pelos de punta. Parecía un fantasma, una aparición satánica... una bestia en un extraño ritual, próxima a dar muerte a su presa.
-Tu eres mi obsesión- gritaba llorando y hamacando el cuerpo, como bailando, dándole la espalda, levantando un brazo y extendiendo la mano, como queriendo alcanzar algo.
-Tu eres mi obsesión. Tu eres, tu eres...- y se lamentaba - No puedo, no puedo, no quiero, no me obligues, no me insites... la obra quedará inconclusa- por ratos lloraba.
Se levantó despacio y caminó con sigilo, algo le decía que esta situación no era como las demás... algo le decía que ahora no era como ayer.
La rodeó poniéndose frente a ella. Seguía hablando, llorando, cantando.
-Tu eres mi obsesión. Tu eres, tu eres, tu eres.
Un cuchillo tipo carnicero, de grandes dimensiones aprisionaba contra su pecho y brillaba con especial encanto. Tenía los ojos enrojecidos, hinchados, abiertos inmensamente, las pupilas dilatadas.
-Tu eres, tu eres, tu eres...
Lo miraba y aun así parecía no verlo.
Dudó un instante, un segundo, y decidió que hoy no era como ayer.

Se dió media vuelta e intento huir.

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