Monstruos que retozan en este sitio:

domingo, 28 de febrero de 2010

CUCOS EN EL ROPERO


-Tenemos todos los colores habidos y por haber, los sonidos más pulcros y los que te revientan los tímpanos y te cateterizan el corazón, los olores más sabrosos y los sabores más estrepitantes de esos que te dejan el paladar extasiado. Aún en este ropero pequeño, si cambias el cristal de tu mirada, los puedes encontrar. Ser un cuco no es tan malo. En cada estereotipo en el que te cataloga la vida por muy tenebroso o apretujado que sea para vivir, le tienes que encontrar el click, la vuelta de rosca. Desestimar lo que te confunde o desagrada y absorver aquello que le da sentido a todo. Lo demás no importa. Ningunealo.
Está bien, estoy medio apretadito, me tirán las sábanas sin doblar encima, las perchas con los abrigos pesados me caen en la cabeza cada dos por tres.
Pero... he descubierto que si asusto al niño, él buscará el coraje y algún día me enfrentará.
¡¡A fuerza de espantos, lo terminaré haciendo fuerte!!
¿Ves? hasta los cucos escondidos en los roperos tienen una buena razón de ser.


¡Malenita querida! ¡Sé un buen cuco! Sacá tu peor cara, tus colmillos más puntiagudos y las garras negras y afiladas del baul de las tinieblas y cuando aparezcan los tormentos dales el susto de sus vidas, para que huyan lejos con los calzones sucios.
Un cuco en un ropero es útil, todos deberíamos tener alguno.
Desde las sombras también pueden surgir las luces más estrambóticas.

miércoles, 24 de febrero de 2010

OVILLITOS DE RISA Y PIÑA COLADA

Una mujer de un metro setenta y cinco, delgada, morena y de rasgos faciales fuertes casi masculinos, está sentada a la mesa, de frente a un ventanal abierto por donde entra el sol, tiñendo de amarillo anaranjado el lugar y llenando de energía y calidez los cuerpos casi helados después de una noche gélida.
-¿Café?
-No, gracias. Alcanzame mi mochila, por favor.
Se refregaba la mano derecha, tenía los nudillos hinchados y levemente rojos, abría y cerraba el puño.
Tomó el bolso que le acercaban y sacó una petaquita de piña colada.
-¿Y eso? ¿Por qué de nuevo?
-Me gusta- contestó tímidamente queriendo agarrar el vaso que le habían puesto sobre la mesa y decidiendose luego a tomar directamente de la botella.
-¿Cómo te fue?
-Todo bien, supe manejar la situación con inteligencia, en todo momento fui racional y nunca hubo ningún forcejeo o agresión física- sorbo de piña colada.
-Estás repitiendo lo que te dije cuando me enteré que ibas a confrontarlo. No me evadas. Empecemos de nuevo. ¿Cómo te fue?
La mujer sentada frente al gran ventanal seguía masajeandose la mano, abriendo y cerrando el puño. Pensó un momento y tomando la petaca se hechó un poco en los nudillos y los lamió.
-Todo bien. Estoy aprendiendo a no usar la violencia y a priorizar el dialogo calmo sobre toda diatriba.
-Bueno, entonces quiero que me cuentes todo lo que hiciste desde que saliste de aquí anoche.
-Caminé para calmar mis nervios. Me dirigí a su domicilio. Golpeé la puerta, no la pateé, la golpeé y esperé a que me atendieran.
-Bien ¿qué más?
-Me atendió el sujeto que me vendió el abrigo marrón, ese ten caro, y le expliqué que al llegar a casa me percaté que tenia un agujero en el bolsillo y que por ahí perdería los ovillitos de risa que recolecto a la mañana y en las noches no tendría nada para desovillar y podría terminar volviendo a aquel lugar. Le expliqué pacientemente que cuando ellos me dejaron ir yo juré que no volvería porque no me gustan las rejas, las agujas, ni las compotas de manzana.
-Muy bien expuesto. ¿Él que contesto?
-Nada, me miró raro y me cambió el abrigo.
-¡Bien! ahora mostrame el nuevo.
-No lo tengo
-¿Por qué?
Desvió la mirada y tomo otro trago largo de piña colada pasándose la lengua por los labios cada vez que lo hacía. Extendió los brazos en la mesa y dejó que el sol los calentara.
-¿Por qué no tienes el nuevo abrigo?
-Porque era negro. Los ovillitos de risas se me hacen jugo de lágrimas con el negro. Le expliqué y juro que prioricé el lenguaje inteligente y calmo antes que la diatriba.
La mujer se miraba los brazos, se los refregaba, observaba las manos. Extendiendo el suspenso, el silencio, las ansias de continuidad.
-¿y?
-Me empujó e intentó cerrar la puerta- siguió con calma- entonces entré pateandola, le pegue unas cuantas trompadas, le quebré un par de sillas sobre él... imagino que destroce algunas otras cosas mas porque no recuerdo bien lo sucedido. Pero primero intenté el dialogo y no hice ningún intento de agresión física, me mantuve calma y razonable hasta que la gresca la comenzó él.
-Muy bien, muy bien- la aplaudieron -estás aprendiendo.
-Pero no conseguí mi abrigo- otro sorbo de piña colada y terminó la botellita.
-¿Le enseñaste que la violencia no lleva a ningún lado?
-Si, tengo su falta de paciencia y su poca tolerancia en mi bolso, pero no conseguí mi abriguito, tuve que traer los ovillitos en mi bolsillo del pantalón.
-¿Y se te hicieron jugo de llanto?
-No, se pusieron de color marrón y huelen mal, creo que se transformaron en popo de perro.
-Que mal, ya no sirven, enterralas en el fondo junto con el mal comportamiento del vendedor.
Y la mujer se levantó de la mesa obediente como buena niña, sacó de su pantalón unos pedazos de mierda de perro y de la mochila unos ojos, unos cuantos dedos y dientes y otra petaquita de piña colada que bebía mientras enterraba los malos tratos, los sentimientos pérfidos y la intolerancia de la gente. El sabor dulce de su bebida le ayudaría a olvidar que esa noche no tendría nada para desovillar.

domingo, 21 de febrero de 2010

VENI CHE


¿Por qué al Diablo le cuesta tanto dar el brazo a torcer? ¿Por qué no se hace a un lado la carcasa y se afloja el corsé?
Dejá que los pulmones respiren tranquilos che, dejá que el corazón palpite si quiere palpitar.

No te obsesiones, no te autoconvenzas... ¡No te autocensures!

Dejate llevar Diablo, bajá de ahí, donde te plantaste vos.

Sacate los tacones y caminá descalzo.
Si quieres, si te sientes mejor, podrías taparte la cara para que no te reconozcan, pero no te niegues a vivir de vez en cuando.
Escabullite de tu mundo de sulfuros, colate entre las filas de los demás y dejate saborear.

Viví un poco, che Diablo.

Soltate el pelo, no te creas tan matón.

Vení un rato y dejate besar. Tirate al pasto y dejate amar.

No te destapes la cara para que no te descubran si eso te hace sentir un poco más seguro.

Pero hoy aflojá.

Dame el tridente, recostate a mis pies, casi estoy segura que podré hacerte dormir acurrucado a mi piel.

Mañana, con el aire de madrugada, las mentes serán lavadas.

Yo, no recordaré que te tuve como niño dormido junto a mi, y vos podrás volver a tu púlpito con tus acólitos rojos a tirarle cascotes a Dios.

Vení, che Diablo, permití que deje mi perfume impregnado en tu sexo y que clame en secreto mi triunfo sobre tu pecho sin corsé.

miércoles, 17 de febrero de 2010


Soy rata cobarde y lobo hambriento clamando por su presa.
Soy altruista y ruin, híbrido, andrógino.
Soy mierda y mermelada.
Oscura muerte y dulce orgasmo.
Risotada frenética, llanto sicótico.

Quiero no ser eclipsada por extremos,
Quiero dormir placenteramente en los medios.
Quisiera copiar una canción y tatuarmela en el pecho.
Quisiera una risa cansina o al menos un llanto desintoxicante.

Quiero, quiero, quisiera, quisiera.

Pero soy asexuado buscando copular.
Pero soy espacio buscando la asfixia.
Carisma y ácido.
escara dulce y merengue sangriento.

soy... soy... ¿que soy?

Soy todo lo escueto y silencioso del abismo
buscando la dulce simplicidad de tu saliva en la mia.

Eso soy.

domingo, 14 de febrero de 2010

SAN VALENTIN


-Hoy es el día de un tal Valentín, no se quien será, pero está relacionado con el amor.
Le acariciaba el cabello, el poco pelo que le quedaba y en cada caricia le salía un mechón.
Ella tomaba el pelo, lo besaba y lo tiraba al suelo.
Se recostó a su lado y mientras lo acariciaba lloraba despacito.
-¿Cuantas veces te dije te amo? No las suficientes, nunca se dice "te amo" lo suficiente, siempre queda un hueco para un poco más. Siempre un poco más. Todas las veces. Uno nunca se conforma.
Cada cláusula en la vida establecía que la mujer había sido creada como símbolo de belleza y por tal motivo debía ser admirada y amada.
¿Qué pasaba entonces cuando entre tantas damas de pestañas largas nacía una felonía a la creación?
Esta abyecta, debía buscar su fin, sin importar los medios y clamaría por su cuota de amor haciendo valer su fuerza.

-¿Me amas?

Él asintió y ella levantó el rostro orgullosa de si misma.
Al rato le trajo el almuerzo en una bandeja de plata: un vaso grande de agua y dos galletas saladas.
Cuando terminó de alimentarlo se sentó a los pies de la cama pensativa y estuvo así una media hora, secándose el llanto con la palma de la mano.

-Lograste amarme. Sabía que en algún momento lo harías y también sabia que tendría que dejarte libre. No hay amor más puro y fuerte que aquel que deja que las alas de su amado crezcan para que luego puedan surcar el cielo en libertad. ¡Hoy serás libre!

Se paró a su lado y procedió a desatar al hombre y levantarlo en los brazos como a un niño. Él respiraba agitado, el pecho se contraía y distendía con dificultad provocando que la piel se hundiera aun más entre las costillas.
Cuando lo levantó le puso el brazo bajo la cabeza porque él no podía sostenerla arriba y lo llevó sin dificultad hasta el patio trasero de la casa. Cargar treinta kilos no implicaba esfuerzo alguno para el cuerpo casi obeso de la mujer enorme. Con toda solemnidad lo puso en la tierra mojada y empezó a armar bollos de barro con las manos y ponerlos sobre el cuerpo del hombre, comenzando por sus pies.
Al llegar a la cara lo miró atenta.

-Tengo el amor que tanto ansiaba, yo te devuelvo tu libertad, pero antes quiero darte mi obsequio en el día del Valentín.

Mientras hablaba preparaba el barro mojando grandes cantidades de tierra como una niña que juega a hacer tortitas. Tomó un buen pedazo con ambas manos y lo miró, gruesas lágrimas caían de los ojos verdes y saltones de él, ella se acercó y paso la lengua por ellas, sonriendo triste.

-Te amo, amor y en el día de los enamorados te voy a regalar la tumba más bonita.

Y tapó el rostro del hombre con barro, luego atrajo una bolsita con semillas que tenía cerca y comenzó a sembrar margaritas, alelíes y claveles rojos.

jueves, 11 de febrero de 2010

Colores fluorescentes en la pared


Miércoles 10 de febrero

Compró una docena de pinturas con relieve en tonos fluorescentes y cuando llegó tomó el verde y se sentó en el piso a hacer garabatos alrededor de las gotas negruzcas en la pared.
Eran cinco grandes y varias pequeñas.
-Je je je- se reía, pronunciando las jotas con acidez, casi como burlándose, escupiendo miguitas de pan, granitos de arroz.
-¡uuuuuuuu! ¡Qué lindo! jejeje ¡uuuuuuuu! jijiji
La carne bien congelada duró ocho días, comieron hasta saciarse.

Jueves 18 de febrero

-jo jo jo ¡Qué lindo! si, si, muy bonito. Ji ji ji.
Esta vez pintó las nuevas manchas con un naranja brillante.
Cortó la carne y la congeló.

Martes 23 de febrero

-¿Cuanto?- le preguntó de mala gana
-Lo que puedas darme, estoy con hambre. Podemos ir a mi casa.
-Subí, vamos- le ordenó mirándola con asco.
El gordo hediondo la manoseó todo el camino y cuando entró a la casa la agarró de los pelos y la hizo estrellar contra la pared. Ahí fue cuando vio los dibujitos alrededor de las manchas y en un instante se dio cuenta de lo que eran.
La flaca se había levantado del piso.
Se dio media vuelta y la miró aturdido.
La morocha tenía una pintura fluorescente con relieve en la mano y reía mostrando la falta de dientes, la encía dura.
-je je je- le decía.
-ji ji ji- contestaban seis o siete mas que salían despacio desde las piezas del fondo.
Todas escuálidas, con las panzas abultadas, los ojos inyectados en sangre, las tetas sucias y caídas con grandes cicatrices, la piel avejentada y lampiña.
-ji ji ji- reían mientras se acercaban rodeándolo, mostrando los dientes puntiagudos y las uñas enormes, negras, poderosas, dispuestas a desgarrar la carne.
-je je je ji ji ji
No hubo tiempo ni para gritar, apenas una especie de suspiro salido de la boca desfigurada en un gesto de horror.
La carne del gordo duró cuatro días y las marcas en la pared se enmarcaron en violeta furioso.

martes, 9 de febrero de 2010


La mujer apagó la luz y él la prendió,
¿Quién se creía que era? No podía llegar a su morada, invadirla y decidir sobre todo como si él no estuviera ahí, como si no existiera, como si no mereciera que se le hiciera una consulta por pequeña que fuera o trivial.
Ella miró el foco y lo prendió de nuevo haciendo subir y bajar el interruptor varias veces, proclamándose reina y dueña absoluta de la luz y del momento en que debía estar prendida.
Es más, se metió en su dormitorio y se dispuso a dormir donde antes dormía él.
¿Y ahora? ¿Tenía que bajar la cabeza e ir a dormir a la cucha del perro? ¿Bajo la lluvia, el sol, la luna, el rocío o el tirano calor?
Miró las paredes, recorrió las habitaciones: el baño, el comedor, la cocina, el lavadero.
Compró la casa el día que se caso con Ana. Con Ana tuvo dos hijos que crecieron y se fueron a tejer sus propias madrigueras. Con su Ana en esa casa soporto momentos adversos y afortunados. ¡Su Ana murió entre esas paredes!
Y ahora vendrían a instalarse justo en el lugar que era suyo por derecho de vida. ¿Dejaría? ¿Dejaría que lo corrieran del espacio donde los buenos recuerdos se entrecruzaban en el tiempo y aparecían y desaparecían jugando con las dimensiones?
¡Eso no pasaría! ¡No mientras él fuera el hombre de la casa!
Abrió la puerta haciéndola estrellar contra la pared y tiró el cuadro que la nueva mujer había colgado delante de sus propias narices unas horas antes.
Ella se levantó de la cama gritando y se paró en medio.
¿Lo estaba desafiando?
Rugió con fuerza, levantando las sabanas y haciéndolas volar como aves gigantescas, por la pieza. No se desafía al dueño de casa. No se mete donde uno a vivido siempre. No se roba la intimidad, ni se daña el hogar de tantas almas.
Ella gritó aterrada y se fue, desesperada, llorando, tirando las llaves en la huida.
Se paró en la ventana y miró hacia afuera.
Ella cruzó por fuera y cuando lo miró se llevó la mano a la boca tapando un gritó de angustia.
Era hora de que lo viera.
La tercera vez que le pasaba, se instalaban y no se daban cuenta de su presencia hasta que lo hacían enfurecer.
Otros vendrían y otros se irían.
Nadie volvería a vivir en el lugar donde los tiempos se entretejían.
Su Ana cruzó de una pieza a la otra y le sonrió.
Si. Por eso era él, el hombre de la casa.

lunes, 8 de febrero de 2010

Absurdos


Se cuelan gritos, deririos, asfixias.
Hay una grieta en la tierra y por allí emanan.
Son vómitos de angustias, risotadas de llagas, estigmas de vida.
Me arrimo y espío, hay llanto con cubitos de mierda.
Un duende me escupe un susto, salta y corre... se esconde.
Ha logrado escapar de la fisura y zapatea rompiéndose los talones.
Meto los dedos donde se esconden los grises y viven los oscuros,
efluvios de miseria endulzados con sacarina de sonrisas,
desvíos de miradas, jugar a no saber nada... entelequias.
La fisura se cierra y ya no me permite ver nada.
El duende se ha sentado junto a mi paciencia.
Juntamos ansiedades pariendo la calma.
Esperaré mil tiempos para que la fisura otra vez se abra
y huiré con mi espalda pesada.
No quiero que mañana sea otra noche oscura,
quiero que mañana sea un circunloquio de absurdos
en tu mirada.

domingo, 7 de febrero de 2010

Bailo


Bailas en el salón
con las luces apagadas
y el alma encendida.
porque la soledad te aniquila
y quieres morir despierta.
si la vida se acaba
tiene que ser con las pupilas dilatadas,
la garganta vibrando,
la piel ardiendo,
el pelo chamuscado buscando
al cerebro para hacerlo reventar.

La soledad me esta desmembrando,
es una gangrena que ha podrido mi interior
si me cortas huele a fermento.
bailo en el salón oscuro
con los ojos en llamas
y si me voy a morir que sea con el alma dilatada,
si voy a acabar con esto que sea
sintiendo que lo hago.

no quiero romper con la rebeldía de la vida
sin que ella se de por aludida
que alguna vez
fui parte de ella.
aquí estuve
por aquí pasé...

me sentiste alguna vez???

miércoles, 3 de febrero de 2010

LA ESPERA


Ya hacía un tiempo que vivía ahí y estaba acostumbrada.
Al principio, la estadía se tornó dura. No encontró a los que pensaba encontrar.
Cuando llegó, ellos ya no estaban, se habían ido. En su lugar halló gente extraña, y no eran tantos tampoco.
Se habituó a las largas charlas, en las tardecitas, sentada a la salida de su morada, recordando historias antiguas. Aprendiendo también a convivir con el pasado, a aceptarlo como tal, como algo perdido. ¡Eso llevaba su tiempo!
En la primera semana se sintió desolada, lloraba mucho. Había mañanas en las que gritaba tan fuerte su impotencia que los gritos eran escuchados por los ocasionales visitantes del lugar, haciendo que más de uno huyera espantado.
Los que llegaban estaban un tiempo relativamente corto, comprendían todo, miraban lo que dejaban con ojos tristes y se marchaban arrastrando los pies con resignación.
Ella no. Se negaba a irse. No se iría sola como el resto. Ella lo esperaría. ¡Él no se merecía otra cosa! Ella esperaría lo que hiciese falta y el día de su entrada… le abriría el portón.
Se sienta y cuando piensa en eso es cuando realmente se siente feliz.
Ella sabe que llegará, seguramente, vestido con su mejor traje y escoltado por parientes llorones.
Quiere ver su expresión cuando lo dejen solo y la encuentre. Cuando ella decida mostrar su rostro macabro con la pestilencia que traen los años y que se adhieren mohosos a su ser.
Ese día lo tomará de los hombros y lo conducirá al lugar donde se merece estar. Quiere verlo entrar, quiere verlo aterrado y suplicante, así como él la vio aquella última vez.
Se sienta afuera y contempla el tiempo pasar. ¿Qué son diez años, cuando uno espera por la venganza? ¡Diez años, no son nada! Ya llegará.
Por lo pronto, durante las noches, entra al mausoleo y se sienta a contemplar lo que queda de la belleza que supo poseer y acaricia los huesos rotos del cuello para no olvidar. Para poder seguir esperando sin olvidar.
Suspira profundo y los perros ladran.

Él llegará.

martes, 2 de febrero de 2010


Terminó la absurda película que había estado viendo por obligación, el control remoto no estaba y tenía pereza de levantarse. Apagó el televisor.
Eran las dos de la madrugada y el sueño brillaba por su ausencia.
Se puso a pensar en los monstruos que acababan de aterrorizar a los pasajeros que naufragaran en una isla desconocida.
Pensó en las reacciones de los actores que jugaban a ser víctimas, en la mentalidad del escritor.
¿Quién podría escribir sobre demonios o brujas, fantasmas o duendes sicóticos? ¿Cómo se las ingeniaba? ¿Cualquiera podía o tenía que tener cierta predisposición a lo fantasmagórico? Sonrió. ¿El escritor, realmente se creía toda esa porquería? ¿Por qué no escribir sobre el amor, la guerra, la discriminación o las tertulias de gente inteligente? ¿Quién podía hacer un guión basándose en relatos absurdos que ni él mismo se los creía?
Se dio media vuelta y miró el reloj con sus numeritos luminosos.
Las tres de la mañana "la hora de las brujas" reconoció con gracia.
Quiso acomodarse de nuevo cuando la cama petiza comenzó a moverse casi como temblando poseída.
Pensó asustada que era un temblor hasta que lo oyó quejarse y se asomó por el borde de la cama.



Un ser monstruoso y grande, gris y deforme luchaba por salir de abajo de la cama.
Gritó histéricamente mientras se abrazaba a la almohada. El monstruo había dejado de luchar y con la mitad del cuerpo fuera pegaba manotazos intentando agarrarla mientras le mostraba los dientes puntiagudos, amarillos, casi podridos, agusanados, en una mueca grosera que intentaba ser risa.
Saltó de la cama hacía la puerta lo más lejos que pudo pero el puño grisáceo y purulento se le cerro en el tobillo apretando con tanta fuerza que los huesos crujieron sonoramente mientras se trituraban. La mujer seguía gritando, dando alaridos graves, se agarraba del picaporte y las manos se resbalaban. El monstruo pudo más y logró atraerla haciéndola perder el equilibrio. Metió el pie en la boca, abriéndola asquerosamente, era una boca desarticulada y que emanaba olores pútridos. El muñón apareció en seguida y la bestia masticó el pie escupiendo algunas falanges.



¿Te animas esta noche a las tres de la madrugada, "la hora de las brujas" a burlarte de las apariciones y los demonios? ¿de las brujas y los monstruos?
Búrlate y luego anímate a mirar bajo tu cama... si sobrevives, luego me cuentas.


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