Monstruos que retozan en este sitio:

lunes, 26 de julio de 2010

Mariela ha sido elegida

Se resiste a ser llevada a la presencia suprema, intenta liberarse, intenta gritar, intenta implorar, intenta...
16 años, carne tierna, belleza fresca, ojos color miel, intenso ardor en la mirada, herida lacerante en los labios.
Carga con el honor de haber sido elegida.
Será la diosa que el dios anhela.
Será la suave frazada que caliente su cuerpo y el dulce manjar que empalague sus papilas gustativas.
Será la tibia vagina y la dulce leche.
Mariela ha sido elegida y la conducen hasta él.
Llegan a la entrada de la cueva, un vaho a podredumbre sale del interior oscuro.
Los fuertes morenos la empujan y quedan en la entrada custodiándola, cuidando de que no escape al honor.
Mariela ha sido elegida y ya está en su morada, lo escucha venir, nunca antes lo vió pero sabe que el que se acerca... es él.
Un año de buenas cosechas, de lluvias justas, de soles ligeros, de tierra fértil.
Un año que esperan poder repetir.
Mariela ha sido elegida y tiembla.
En la oscuridad lo siente, lo huele. Una garra rompe el bretel del vestido que cae hasta la cintura y la furia se hace presente. Grita, golpea, llora, patea.
La bestia parece una especia de perro inmenso, siente que la ha mordido y sangra pero el instinto de sobrevivencia es aun más poderoso que el pánico y el dolor.
Los guardianes retroceden cuando escuchan los gritos y huyen al bramido de la bestia, al llegar a la aldea comentan que el díos quedó más que satisfecho con la ofrenda y bailan alrededor de una fogata.
Mariela ha sido elegida y aún no sale de su sopor, está parada en un rincón de la cueva, aprisionándolo contra el muro, los ojos acostumbrados ya a la oscuridad, las manos cerradas en torno al cuello de la bestia, los dedos hundidos en la carne tierna, la sangre aun caliente mezclandose en los dedos, embadurnándole los brazos, decolorando el vestido resumido en su cintura, bañando los pechos, haciendole cosquillas en las axilas.
Mariela ha sido elegida, su chupa la mano y suelta el cuerpo que cae produciendo un chasquido.
Mariela ha sido elegida, se limpia las uñas mientras se interna aun más en la cueva, se rasca la cabeza y observa curiosa... la nueva diosa pedirá que no se ofrenden más niñas, que la cabeza del que las eligiera sea rebanada en la entrada y que los guardianes donen su sangre en grandes copones dorados.
Desde ese instante... se hará justicia.

viernes, 23 de julio de 2010

¡NO SÉ!

No sé porque se fue esa noche.
Sé que corrió, lo vi saltar la tapia sin temor a romperse todos los huesos en la caída.
No se porque se fue, lo cuidaba muy bien.
Le daba dos comidas diarias y los miércoles lo hacía sentar cerca de la ventana para que pudiera mirar el jardín y las rosas dando flor.
No sé porque se fue, lo amaba y se lo demostraba.
Cuando hacía mucho frío lo sacaba de abajo de mi cama y dejaba que se recostara a mis pies.
Cuidaba de que los grilletes no le lastimaran los tobillos, ni que las cucarachas le subieran durante las tardes calurosas.
No entiendo porque corrió, pensé que se daba cuenta de todo lo que hacía para que me amara.
Lo bañaba tres veces al día y juro que nunca lo lastimé demasiado cuando le pasaba la esponjita de metal.
Jamás le obligué a que me diera sexo, sé que se negaba porque quería que le rogara.
Vivíamos muy bien. ¡Eramos felices!
Hubo un momento en el que creí que volvería con la policía, sentado en la parte trasera de una patrulla y que me insultaría mientras me detenían.
Creí que de alguna manera, sin darme cuenta, lo había incomodado.
Pero no fue así.
Huyó.
Saltó la tapia y se perdió en la noche.
Corrió como si creyera que el demonio le comía los talones.
Me da mucha tristeza recordarlo.
¡No sé porqué se fue! Ojala que algún día regrese o las cadenas se oxidarán lamentándose ellas también por la pérdida.

martes, 20 de julio de 2010

PAQUETITO

¿En qué momento ejercía su poder la semilla atávica de la furia?
¿Cuándo se plantaba, y cada cuantas generaciones germinaba?
En ella, a esa hora, era ya una planta con brotes.
Estaba más que cansada de la puta vida y sus perversidades.
Estaba más que podrida de los insolentes que golpeaban a su puerta sólo para echarle mierda en el camino.
Su ex sin ver a sus hijos, su jefe metiendo mano donde no debe, la fruta que ya no se podía comprar, la vida que ahora costaba vivir, la vecina de mierda que no dejaba de quejarse... el hediondo rencor que ahora la hacía oler mal.
Introdujo la llave en la puerta y no giró, hizo el esfuerzo y se rompió.
Un crack se escuchó también en el aire.
Gritó furiosa, rabiosa, endemoniada, alienada.
Se asomó al balcón del segundo piso y tirando la mitad del cuerpo hacia adelante, quedando peligrosamente colgada, a los gritos le tiró al aire la mierda del mundo que la tenía atragantada.
Una fisura gruesa se abrió en la pared contigua y la roña escapó por la boca en forma de murcielago. Logró cazarlo con la mano y más tranquila lo observó detenidamente.
Estaba muerto, mutilado y lleno de polvo.
Lo guardó en un paquete y lo enterró en un cementerio viejo.
Cada tanto repite el ritual y se libera de la opresión.
En cada paquetito, que es enterrado siempre en cementerios distintos, escribe una nota...

"NO ABRIR, AQUÍ DESCANSA EL PUTO MUNDO".

sábado, 17 de julio de 2010

Ries y eso me gusta, siento que crezco unos centímetros, ¿o será que me elevo?
Lloras y eso me angustia, siento que envejezco unos años, ¿o será que me hundo un poco más en mi tumba?
Adormeces los sentidos, soy y no soy cuando estás.
Me mimetizo en tus rasgos y con el tiempo me encuentro mas en vos que en mí.
El cabello blanquecino que tenías hace unos meses hoy también lo cargo yo, creo que lejos de mimetizarme me estas absorbiendo.
Muero un poco con cada segundo y tu imagen sobrevive con peso más hondo.
Pronto seré sólo el perfume que dejes al andar.
(y recién ahí, seré feliz)

martes, 13 de julio de 2010

La Venganza

-Será un dedo por cada noche que me negaste tus caricias (porque sé que te faltaban manos para tocar su cuerpo).
Diez dedos de las manos se extrajeron con cuidado, lentamente, haciendo esfuerzo cuando el cuchillito sin filo llegaba al hueso. De los pies, fueron cuatro.
Los puso formando un círculo en su mesita de luz.
Se fue y a los veinte minutos regresó con otro aditivo para su decoración, lo colocó en el centro y agregó.
-Y este es por haberle dado a otra, el placer que a mi sexo humedo le correspondía- le besó la puntita, casi succionando con gozo, y apagó la luz del velador.

viernes, 9 de julio de 2010

TODO POR ELLA... el final

"Lléname los ojos
Con mil besos babosos,
Descúbreme el pecho
Y riega esperanza
Entre mis omóplatos,
Colapsa los ritmos cardíacos
Y enséñale a mi vida
A vivir a tu modo.
Plebeyo, esclavo,
Mero residuo involuntario
De un amor impiadoso.”

Hace falta más carne.
El muchacho tiene que salir a cazar. Cruza tres barrios y deambula buscando la niña que ya tenía marcada. La encuentra sentada en una esquina junto a cinco chicos más.
Se pasa la mano por la nuca, quiere dejar de sentir la sensación de unos ojos clavados en él.
La paranoia aumenta.
Luego de dos horas hace amistad con la muchacha y con engaños se la lleva. Le dice que le va a regalar una gallina, que las tiene en el fondo de la casa.
Se van los dos, él por detrás.
Cuando están ahí la toma fuerte, tapándole la boca y el tajo abre la garganta.
La sangre salta esparciéndose en varias direcciones. Cierra los ojos para no ver las manos como garras, todas tienen el mismo ritual de muerte.
Escucha una risa y cuando mira, ve a su Cándida bajo la lluvia carmesí en una especie de ablución diabólica.
Está como en trance, se ríe y se masturba con el elíxir rojo.
Lautaro comprende todo, hay una especie de destello, fragmentos de imágenes lo asaltan y las piezas del rompecabezas empiezan a encastrar perfectamente.
¡Cuánto la amó y cuánto se equivocó en ello!
Saca la mano de la boca de la niña que en un hilo agónico salido de la tráquea… grita.
Cándida resurge de su sopor y queda con su amado en un duelo de miradas, aún hay una sonrisa obscena distorsionándole la cara.
Lautaro recuerda la sensación de ser observado, las risas extrañas que a veces descubría en su amada, el anillo encontrado en la tumba.

¿Quién ha sido Cándida?

Recuerda cuando ella le lee la nota de que debe comer carne humana y cómo le recalca que ella va a morir. Que ella lo abandonará en contra de su voluntad. Que él está sano y ella sufre. Que la necesita.
¿Quién es Cándida?
Cae de rodillas aturdido y la sonrisa se hace aún más amplia y extraña en la muchacha, luego grita.
Aúlla y corre en dirección a la calle.
-La mató- vocifera -¡Dios! ¡La mató! ¡Lautaro la mató!
Los vecinos se agrupan alborotados, enardecidos por la arenga de la joven demente. Entran.
Lo encuentran al lado de una quinceañera degollada. No intenta nada. Lo linchan. Las patadas y golpes lo desarman. Cándida ríe en secreto, se tapa la boca para que no la vean disfrutar.
Se ha subido a un árbol para poder tener una mejor visión de los sucesos. Se orina. Cuando todo acabe tendrá que buscar otra presa.
Ya no se aburre desde que los títeres acatan sus órdenes.
La carne la está sanando y las abluciones en sangre la revitalizan.
El poder que tiene sobre titanes absurdos devenidos a títeres paranoicos, la mantiene viva.
Cuando se va lleva el cuaderno de escritos de Lautaro.
Siempre esconde entre sus prendas algún recuerdo de sus muñecos.

Fín

TODO POR ELLA (Seguimos II)

Descuartizarlas es algo automático.
En cambio verlas morir lo arrastra a las entrañas del infierno.
El tajo en la garganta y luego las manos como garras tratando de asirse a algo para no caer, para no dejar escapar el último suspiro que a gorjeos graves se avienta por la herida.
Si él muriese el mundo giraría solemne entre algodones de azúcar de color rosa.

Dos perros ladran y se pelean en el fondo de la casa, aún no está tan borracho como para no alarmarse y sale a ver que pasa.
Se muerden encapsulados en una lucha titánica por un pedazo de cabeza semienterrada.
El pelo rubio y largo está esparcido en mechones gruesos por todas partes y cuelgan de los hocicos como cortinas embarradas.
La pesadilla ahora traspasa los portones oníricos y acaba de instalarse hasta en su borrachera.
Horrorizado corre los perros a patadas y en la lucha encuentra un anillo que cree reconocer de la mano de su amada.
¡No puede ser!
¡Está enloqueciendo!

Son las seis y media de la mañana y está sentado en la tierra, con la pala en la mano, descansando. El cuerpo fue enterrado nuevamente.
¿Qué le espanta más? ¿La sensación en la nuca de estar siendo observado constantemente o la idea de que la muerta comida por los perros es la que vio en el comedor de su casa?
Tal vez ellas se levanten en una noche romántica y busquen su justa venganza, reventándole los huesos y hundiéndolo en el vacío de la muerte, logrando completar un proceso que él no se anima a cerrar.
El círculo maldito debería terminar con la osadía de sus venas tiñendo de rojo la carrera de bestia rabiosa suelta en las calles de un Santiago que se niega a despertar. Se recuesta donde está y duerme.
Cuatro horas después, Cándida lo despierta, está asustada… ¿Está asustada?
¿Por qué siente, por ratos, que su amada es un digno adversario, socavadora de almas, y no una tierna y frágil criatura como él la cree?
Se arrepiente de sólo pensarlo y la abraza.
La ama.
Se ha convertido en un demonio por un acto piadoso de amor.
Lautaro la ve y revive.
Ella lo lleva a la casa, lo lava y lo recuesta. Se queda junto a él hasta que se duerme y parte a trabajar.

...continuará

miércoles, 7 de julio de 2010

TODO POR ELLA (seguimos)

Cándida llega a las nueve de la noche y lo encuentra cocinando.
El olorcito a sopa se esparce por todo el habitáculo.
Se siente cansada pero igual pone su mejor cara y lo besa.
Lautaro revive.
Esos besos lo mantienen fuerte.
Él arma y desarma el tiempo antes sus ojos. Hunde y naufraga el caos del universo ante los pechos desnudos de la joven amante. Escupe al infierno y decapita a Dios por el sólo contacto de esa tibia entrepierna.
Todos sus logros y fracasos son homenajes para su divina deidad.
Cándida se lava las manos y se sienta a la mesa.
Lautaro acerca dos platos de sopa y se acomoda junto a ella. Se toman de las manos y rezan. Cándida es creyente y por lo tanto, él lo será.
Cenan en silencio.
Ella come con mucho apetito las batatas, papas y los pedazos de carne.
Se levanta despacio y besándole la frente se va a recostar.
Lautaro la observa desde la puerta hasta que se siente seguro de que duerme. Se va a la piecita del fondo y decide terminar con el trabajo.
Hoy su amante cenó los músculos abdominales de una indigente sana de veinte años aproximadamente. Mañana almorzará algunas otras partes blandas y lo demás será enterrado.
Las sopas con carne de jóvenes, minuciosamente preseleccionadas, será lo que cure el extraño tumor estomacal que está diezmando la vida de su mujer.
Su Cándida lo leyó en algún libro y asqueada se lo comentó una vez. Al día siguiente él comenzó con las cacerías silenciosas y secretas.
Ha buscado oraciones paganas para omnipotencias diabólicas y cuando descuartiza los cuerpos los ofrece a cambio de la salud de su amante.
Vida por vida. Cree que es lo justo.

Con el paso de los días Cándida mejora, los dolores se atenúan.
La dulce mujer, antes de dormir, se arrodilla y agradece a Dios.
Lautaro también lo hace, pero no se lo agradece a él.


Cuando las noches llegan, las torturas despiertan.
El muchacho cierra los ojos y se hunde en las profundidades de una conciencia que lo sentencia a muerte.
Sueña que las mujeres lo observan, tienen las panzas abiertas y las tripas colgando. No hay señal de enojo y eso lo mortifica.
Ellas debieran devorarlo, pero sólo se paran con las piernas abiertas para no enredarse entre órganos largos y amorfos.
Lautaro quiere huir y esconderse, pero en cada rincón hay alguna mirándolo con los ojos ausentes y blanquecinos. Cada mañana despierta queriendo morir.

Esta noche, la última de las muertas, agarra las tripas y se las pone alrededor del cuello para poder perseguirlo sin enredarse y tropezar.
Se despierta cuando lo atrapa. Está seguro que escuchó unos ruidos, se levanta despacio para no despertar a su amada e inspecciona la casa. En el comedor prende la luz en el instante en que alguien sale por el lavadero. Se fija, temblando entero, y no hay nada.
¡Juraría que vio salir a la mujer de sus sueños! La que está enterrada en algún lado de su patio. Abre la heladera y saca cerveza. Mientras la toma se fuma un porro. Quiere atiborrarse en alcohol y morir mientras duerme.
La culminación de su vida implicaría la muerte dolorosa de su amada… pero no estaría para observarla.
Las niñas de la calle dejarían de desaparecer y las marchas de los viernes ya no le retorcerían el estómago.


continuará

martes, 6 de julio de 2010

TODO POR ELLA (primera parte)


“La luna ha sido ultrajada y las tres Marías linchadas en esta noche de mierda, en el oscuro firmamento.
El sol se ha meado encima y saturno pide más vodka, totalmente al pedo, semi recostado en la vereda. Carencia de silencios. Inexistencia de líneas rectas.
Esta mañana almorcé té con grisines y a esta hora las tripas ya me chillan.
Mañana será otro día y otra oportunidad para morir. Ojalá y se dé.”
..
Lautaro despierta y relee el texto. Hoy tal vez lo intente nuevamente. Él sabe que en algún momento las letras le ayudarán a encontrar el agujero por donde escapar. Esconderse ya no sirve, es necesario huir.
Como buenas psicólogas y amigas amorosas él sabe que ellas iluminarán el suelo en las noches, rastrearán el punto de fuga, o se afilarán las lenguas y cual trinchetas surrealistas se meterán en las venas y las enrollarán como si fueran fideos. Vuelta y vuelta hasta que se corten solas y se decidan a terminar con todo.
Las letras ahora no le dicen nada, cierra el cuaderno y lo estrella contra la pared. Se viste de negro. Jean gastado, remera arrugada, zapatillas sucias.
Esconde las pruebas incriminatorias en el fondo de la casa, dentro del horno de barro que ya nadie usa, y sale con su mochila al hombro.
Camina durante horas. Está en un barrio pobre, compra pan y fiambre y se sienta en un descampado, el lugar es elegido estratégicamente, sabe que lo observan y se deleita haciéndose un sándwich, espera que se acerque y ella lo hace.
Se miran y él extiende la mano en señal de ofrenda.
Ella acepta el bocadillo, se sienta a su lado y come. Tiene hambre.
...

lunes, 5 de julio de 2010

El árbol

Si alguien hubiese estado allí para verlo tal vez habría hecho algo para sabotear su autodestrucción.
¿Goteaba o lloraba?
¿Era una simple ilusión óptica?
¿En un brote sicótico la clorofila se había revelado a su composición?
El árbol sangraba, se desangraba.
Las ramas caían quebradas y las hojas, otrora verdes, se suicidaban lanzándose desde lo alto visiblemente agotadas, exhaustas de la vida.
Él quiere morir y su voluntad se respetará.
Se desangra. Tal vez en otra vida podrá ser quebracho inquebrantable.
Luego de la muerte caminará sin llagas y la voz le explicará el porque de su opresión.
Nacerá y será luz, envalentonado tomará a la vida por las solapas y le explicará que vino por su revancha.

Tiene las raíces rotas, las ramas secas y un gran charco sanguinolento le da su última ablución.
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