Monstruos que retozan en este sitio:

lunes, 26 de diciembre de 2011

Insomnio

De nuevo la fisura, otra vez justo sobre mi cabeza, dejando los susurros en el aire para hacer mis noches dolorosas. Voces casi inaudibles que requieren toda mi capacidad de concentración para debelar lo que dicen. Intento dormir y me tapo la cabeza con la almohada, pero me llega la brisa de sus alientos, haciendo volar mi cabello. Cuando la fisura se abre por sobre mi cabeza, no logro conciliar el sueño, y las mañanas se vuelven duros tormentos de ojos rojos y rostro demacrado.
10 de la noche: cena.
11: película.
12: me preparo un té mientras comienzo a mirar de manera ansiosa el reloj, no hay nada más angustiante que ver el tiempo correr y sentir que el cansancio me tira, ahogándome en el colchón, pero el sueño se ausenta sin justificativo previo.
1: noticiero, dibujos, documentales de discovery, tal vez big bang theory... zaping desenfrenado.
2: me levanto a orinar.
3: la almohada comienza a murmurar, el reloj a vocalizar, el perro de mi vecina me comenta las nuevas noticias de la cuadra.
Ésta siempre es la hora crítica, donde las voces son perfectamente audibles, donde la fisura está más nítida que nunca. Me entero de posibles guerras bacteriológicas que pronto podrían dejarme en estado vegetativo, de cámaras y micrófonos insertados en mi mente y que lanzan informes detallados cada 7 días. Me cuentan de células malignas que se desarrollan en mi útero, tengo el mapa exacto, me instan a que lo extirpe manualmente.
Son voces que no saben de noches conciliadoras, de sueños reparadores. No entienden que el descanso es salud y que si el tumor está avanzando tal vez sea por culpa de ellos.
Intenté contarle todo esto a mi madre y se alarmó.
Me reí para hacerle creer que todo era broma, no sé si funcionó.
¿Por qué los que están impedidos de escuchar las voces se sienten normales? ¿Por qué no se dan cuenta de que son ellos los que están en peligro? Totalmente desinformados. Les falta el sexto sentido, el oído mental, y creen que aquel que lo tiene está a un paso de un mal diagnóstico mental. Pobre de ellos. Interpretar que la mayoría es un número sano y dar por sentado que la minoría sólo alucina. Si supieran que son ellos los enfermos. 
Las 3 de la madrugada, otra noche sin dormir, las voces son más exigentes... quieren que destruya a los anómalos.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Enamorada

Se enamoró. No comprendía bien en que momento del día había sucedido eso. Y justo ella, que prestaba especial atención en que no sucediera. Las relaciones interpersonales que se veían empañadas por tal sentimiento, estaban predestinadas al fracaso, a perder a ese ser objeto de interés y luego quedar anclada en una ausencia mental que llegaba a durar desde el medio mes a los 2 meses, según el nivel de intensidad que hubiese llegado a sentir por el otro.
No era ella cuando amaba, no era ella cuando perdía al amor.
Lo intuyó cuando se sorprendió pensándolo, y se cercioró de la catástrofe que se avecinaba cuando en la ducha se pasó la mano por el cuerpo, con los ojos cerrados, imaginando que era él devorándola y no obtuvo una excitación genital, sino más bien el deseo de besarlo.
No entendía esas frases melosas y obtusas relacionadas con el amor, la libertad, el deseo de que el amado sea feliz, puras mentiras de gente que quería sentirse bien con el universo y con vaya a saber quien... ¿sería con ellos mismos también?
Ella amaba y cuando lo hacía, lo hacía con fuerza, pasión, dolor, intensidad... todos ingredientes necesarios en la búsqueda de la felicidad mental y corporal.
Tomó el teléfono, él estaría en su oficina pero no importaba, la desesperación no le permitiría seguir respirando por mucho más tiempo.
-¿Hola?
-Te amo.
-¿Mercedes?
-Ven a mi casa en este momento, necesito verte, oirte respirar. Necesito que me confirmes que existo en tu vida, que sientes lo que me quema por dentro.
El hombre del otro lado sonreía, imaginándola como se mojaba mientras le hacía saber cuanto lo deseaba.
-Tengo varios papeles para entregar, apenas termine voy.
-Decime lo que necesito oir.
-Yo también te deseo- le dijo en un susurro, tratando de poner en el tono de su voz un toque de seducción.
Un "te veo luego" terminó la charla. El silbido del tubo cavó la fosa.
No fue su frase más agraciada, no era lo que necesitaba escuchar, no la amaba. No como ella lo hacía.
Si ella ama, su hombre debe amarla, su hombre debe ser feliz y sentirse dichoso a su lado, caso contrario debe desaparecer de su presente, futuro y de su pasado también. Ella lo adoraba, por tal motivo no permitiría que siguiera su camino sin su corazón latiendo por él también. ¿Qué era aquello de que si lo amabas te conformarías con verlo feliz, aunque tu presencia tuviera que desaparecer? ¿Quien amaba así?
Amar era ser feliz con él y obligarlo a que él fuera feliz con ella. Amar era tenerlo cerca, oirlo respirar, sentirlo suspirar, verlo sonreír, gozar su alegría y su tristeza también. Sentarse sobre su pecho, cada noche, y aspirar su alma mientras duerme.
-¿Me amas?- le preguntó cuando llegó y se le tiró encima.
-¿Me amas?- volvió a cuestionar con tono imperativo, él dejó de tocarla y dudo un instante, el tiempo suficiente para dar por concluida su sentencia.
-¿Me amas?- le gritó mientras...

Era duro amar, era duro ser ella y tener que amar, había jurado no hacerlo de nuevo, había jurado que sólo buscaría sexo y que no se dejaría tentar por ese estado emocional que la llevaba de un lado al otro en su compleja inestabilidad emocional. 
Se chupó los dedos pegajosos, sentada en el piso, oliendo el perfume de la corbata mojada.
Se rascó la cabeza, el hombro, la panza, la entrepierna, y dejó un rato la mano posada en su vagina, como quien no se da cuenta de que está ahí, pensando en que tal vez su furia tendría que pensar un poco en ella antes de hacer justicia. 

viernes, 2 de diciembre de 2011

No son tan inofensivos... ¡gente de mierda!

Cada tanto alguno logra salir del cajón desvencijado y podrido.
A veces pienso que si pueden desmoronar esa madera y abrirse paso hasta llegar a la calles es porque tienen la suficiente fuerza e inteligencia como para dañarnos, no creo que sean tan inofensivos como dice el gobierno.
Cuando vemos aparecer alguno, debemos encerrarnos en nuestros hogares y llamar a un número que nos dieron. El dichoso numerito fue pasado hasta el cansancio por todos los noticieros, es más, durante tres días varios helicópteros sobrevolaron la zona tirándolo impreso en papelitos. Me costó horrores despegarlo de la vereda y las paredes de la casa, eran tiempos lluviosos y quedaban pegados, como tatuados en todos lados.
No les temo, pero consiguen ponerme nerviosa.
Hace unos días, uno de ellos intentaba abrir el portón de mi casa, lo observé por el vidrio de la ventana mientras esperaba a que los de "exterminio" vinieran a buscarlo. Tenía la mirada perdida, la falta de musculatura en el rostro le daba una imagen escalofriante, pensé en esa gente que se dedica a escribir historias de terror... ¿se les cruzó por la mente, en algún momento, que sus ideas poco agradables y torturadas serían reales un día? ¿que los lleva a escribir cosas que no provocan sensaciones agradables, que incomodan, que asustan? ¿como sería el zombi de un escritor de terror? Sonreí al pensar en ello, imaginé que el zombi de uno de ellos vendría con un libro de Lovecraft en la mano y el cuchillo en la otra.
Ahora los odio, tal vez los que escribieron historias de ultratumba, sabían algo de todo esto y no tuvieron las bolas suficientes como para contar al mundo que todo esto llegaría a suceder. No pueden tener esa mente podrida sólo porque sí. ¡Creo que ellos sabían algo!
¡Si!, ¡gente de mierda! Conozco una mujer que escribe estas cosas, conversando, cierta vez me dijo que "alguien se tenía que ocupar de lo "estéticamente incorrecto", no supe que me quería decir, lo dijo con una sonrisa de costado, ahora estoy casi segura que quiso decir algo más y no se animó. ¡Gente de mierda! Escarcha creo que le decían, iré a verla, la confrontaré y le preguntaré si todos los de su calaña sabían algo.


Estaba muerta cuando entré a su casa, me mordió la muy hija de puta, estoy en cuarentena, me dicen que no me preocupe pero temo que algo ocultan. Juraría que escupió mi carne y me miró complacida. Juraría que disfruta siendo la aberración de la que siempre escribía. La herida me pica. No lograron capturarla. Huyó.
Tengan cuidado, no son tan inofensivos como dicen.
Cierren las puertas con candado.
Cuando golpeen pregunten dos veces.
Ellos están despertando y no son tan inofensivos como afirman... Ni los que se levantan, ni los que escriben esas porquerías de terror.

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