Monstruos que retozan en este sitio:

domingo, 25 de marzo de 2012

El corazón

La mugre se mueve por entre las plantas, llega a un claro en el bosque y se sienta a dar su diatriba, en los restos de un árbol podrido.
-Las tareas se las diré al comienzo del día y espero que se las cumpla al pie de la letra. Aquí no existen titubeos ni dudas. Orden y cumplimiento. Eso es todo.
La escena la muestra sentada frente a ellas, todas acurrucadas, abrazándose unas a otras. Sucias, esqueléticas. Una tiene un crío, otra una mano cortada con una infección que avanza tomándole el brazo, otra es vieja y a duras penas camina, las otras 3 callan cabizbajas. Ninguna llora, todas quisieran pero ninguna lo hace, saben las consecuencias de una lágrima a deshora. Hay un montón de osamentas tiradas a espaldas de la bestia que les sirve de escarmiento. Si rompes las reglas, rompes la vida.
-Leche fresca a las 9- y mira a la que tiene el crío lactante - a las 12 lonjas de carne de cerdo recién cortadas, a las 2 frutas, a las 5 quiero que limpien la casa y a las 8 comeré el corazón de un niño.
La madre lanza un gemido y ella la mira provocativamente. No se escuchó más. Las ordenes serían cumplidas.
Hay sitios en donde la luz del sol tiene prohibida la entrada. Existen lugares a los que se llega sin querer, que el destino te empuja, haciéndote rebotar entre dolores y frustraciones, hay lugares que no quisieras conocer.
Ellas están ahí. Llegaron seducidas por el aroma de la clorofila y pronto descubrieron la casita de madera, entre la maleza, rodeada de rosas rojas. Con el viento seduciendo sus cabellos. Con el gusto a satisfacción que las hojas de menta dejaban en la lengua.
Creyeron que encontrarían la paz que no lograron instaurar en sus vidas. Imaginaron que el bienestar no era un espejismo y que todo estaba escondido, en un cofre de tesoros, tal vez guardado en el interior de un lugar llamado hogar, y que todo por fin había sido hallado.
A veces el destino te engaña, caminas a ciegas hasta que descubres su escondite y quieres esconderte vos también. Ellas están ahí.
Ya es tarde cuando se dan cuenta.
El cartel que reza "Dios no existe aquí" deja todo explícito.
Entelequias en los susurros de la brisa, cuando te das cuenta, ya no hay camino de retorno. El sendero ha sido borrado por las miasmas de lo alienado.
Se le sirvió la leche, y el niño lloró de hambre.
Para que la bestia no sea molestada se escondió al llorón debajo de una cama, tapado con varios trapos roñosos.
Las tareas se las repartieron entre ellas. A las 8 el corazón crudo estuvo servido en el plato, y la bestia la degustó con la satisfacción de la orden cumplida, haciendo cara de asco cuando los dientes tocaban alguna ramificación un tanto dura. No percibió la diferencia. La bestia no era inteligente. Todas se miraron cómplices. La ausencia del llanto, era para la mugre andante, la certeza.
Se levantó de la mesa y bostezando ruidosamente salió de la cabaña.
Ni bien lo hizo todas huyeron por la parte trasera, adentrándose en la negrura del bosque, llorando por falta de luz, rezando para encontrar la cordura tirada debajo de alguna raíz podrida.
Antes de llegar al amanecer la vieja y la que tenía el brazo lastimado habían quedado en el camino, perdiendo la vida por entre la clorofila engañosa.
Ninguna paró para llorarlas, si se desea escapar se corre, sin mirar quien queda atrás. Cuando la bestia descubriera que su propia cría no lloraba, saldría a buscarlas, aullandole a la oscuridad, que en clara complicidad, también rodearía el bosque para devorarlas.


lunes, 12 de marzo de 2012

Mayor tecnología

El día primero, cuando comenzó el final, una pelotita rebotaba por toda la pantalla. No logró concentrarse. Tenía que hacer un informe y completar un esquema para presentar en la reunión del jueves pero no logró concluir nada. Molesta pateó las paredes y golpeó el teclado dejándolo con varias letras menos.
El día segundo una frase corría de arriba a abajo, de derecha a izquierda por toda la pantalla, con una letra tan pequeña que no lograba distinguir lo que decía, pero que terminó por hacerla perder la paciencia. Nuevos destrozos, a la siete de la tarde tuvo que ir a urgencias por un nudillo fuera de lugar. Tenía que aprender técnicas de autocontrol. Estaba casi segura que ese problemita estaba solucionado, no se había roto los huesos de la mano en prácticamente una década. Pero el quid de la cuestión estaba en esa computadora que la desbordaba, arreglado ese tema su temperamento volvería a ser el mismo. 
El día tercero llevó la PC a un técnico y le explicó el problema, el hombre con una sonrisa de costado que intentaba dejar en claro que se dirigía a todo un experimentado en el tema, la tranquilizó diciéndole que estaba en un 99% seguro de que era un virus. Luego, experto e inexperta quedaron de acuerdo que dentro de 24 hs. se volverían a ver y que seguramente el problema estaría resuelto.
Esa noche, mientras veía a Freddy Krugger eviscerar a unas cuantas adolescentes tetonas, la frase comenzó a pasearse por la pantalla del televisor. Asustada, se acercó e intentó leerla, pero no pudo.
Esta vez no hubo estallido emocional ni violencia desatada.
Paseó por la habitación unas cuantas horas temiendo que aquellas épocas estuvieran regresando. No quería más pastillas. No quería gente diciéndole que pensar, que decir, que sentir, como encarar las cosas.
El día cuarto fue a retirar su computadora, el hombre de la sonrisa de costado la estaba esperando con un gesto magnánimo que superaba al del día anterior.
-Su PC no tiene nada- sentenció.
-Pero...-
-Seguramente, como es inexperta, tocó algo que provocó un desfasaje ocasional en la pantalla. Está revisada y testeada, no hay nada.
El hombre largó una catarata de explicaciones con términos que no había escuchado nunca y con una mirada casi de soslayo le dejó claro que el problema era ella, porque era estúpida.
Mientras lo observaba percibió un movimiento detrás del hombre, una pantalla sin ordenador se prendió sola y comenzó a emitir un silbido agudo, se tapó los oídos mareada. En letras amarillas, la frase, esta vez de un tamaño considerable, comenzó a pasearse de derecha a izquierda.
NO DEJES QUE TE TRATE COMO LO ESTÁ HACIENDO.
Escapó. Corrió varias cuadras hasta que dejó de escuchar el zumbido.
Se detuvo en una plaza y tratando de controlar la respiración se sentó.
No debía equivocarse nuevamente o esta vez no la dejarían salir. Tenía que calmar su mente y encontrar la forma de saber que era real y que no.
El celular sonó, había entrado un mensaje, cuando lo leyó un grito agudo le dolió en la traquea y dejándolo caer, reinició su carrera de huida.
El aparato tirado parpadeó unos segundos antes de que la sentencia se borrara:
CUANDO ESTUVE EN TU MENTE ME SEDASTE, AHORA REGRESÉ CON MAYOR TECNOLOGÍA, TUS PASTILLAS YA NO CALLARÁN MI VOZ.

jueves, 8 de marzo de 2012

MUJER


-Hasta aquí llego, tengo los pies cansados-
La mujer se sienta en la tierra y examina las plantas de los pies, hay zonas abiertas, sangrando y otras endurecidas, callosas.
Se recuesta y no le importa el infernal sol sobre el rostro, la bravura de las hormigas que arremeten con saña contra su piel curtida.
Nada vale la pena, el cansancio la invita a rendirse, a bajar los brazos y huir en silencio.
¡Qué nadie la oiga! ¡Qué no se sepa que ella pasó por aquí!
En la somnolencia se asoma en puntitas de pies y rememora sus antiguas vidas.
Fue madre y lo disfrutó.
Fue guerrera y no se arrepiente.
Amó, lloró, perdonó, fue infiel, sintió rencor, miedo, desasosiego.
Se vio humillada y luchó por su dignidad. La subestimaron y demostró que valía.
Quiso brotar y en más de una ocasión murió con las raíces podridas, en otras vidas obtuvo revancha y no sólo floreció… también vio frutos y sus semillas germinaron en tierras salobres.
No fue madre y aun así se sintió mujer, no quiso amar a un hombre, se obnubiló con la perfección de unas caderas anchas y no por ello se desvalorizó. Gritó su sabiduría sumergida en las ciencias y le contó los secretos de la tierra a sus descendientes campesinos. Robó para dar de comer, mató para proteger sus crías. Hizo de su cuerpo un enjambre de pasión o lo reservó para sólo un ser.
¡¡¡Fue mujer tantas veces y de tan diferentes formas que no hay manera de bajar los brazos!!! No se puede. No, por ella. No, por todas aquellas que murieron defendiendo el derecho a ser hembra y ser dueña de su vida, de su cuerpo, de su sexualidad, de su mente, su pensamiento, su valía.
¡Dueñas! Diosas poderosas.
Se sentó y extrajo cada uno de los insectos que habían anidado en su cuerpo.
Se levantó rengueando un poco, sacando pecho, con la cabeza en alto y siguió el camino… dejando huellas de sangre, regando la aridez de la tierra con llanto, anunciando al mundo su presencia con su risa que ilumina y oscurece.
Allá va de nuevo, hija, madre, hermana, amante: caerá y resurgirá… como tantas veces lo hizo.
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