Monstruos que retozan en este sitio:

lunes, 9 de abril de 2012

La vieja Cándida va por más (final)

Pensó en no ir, pensó en golpear y huir, dejando las bolsas en la puerta, como hacen en las películas las madres que dejan crios en las iglesias (¿o era en cualquier lado que tuviera un timbre que tocar o una puerta para golpear?).
Pero se sintió extrañamente insitado, era como si alguien estuviese escribiendo su historia y todos los que la leyeran estuvieran esperando el momento en que la victima es entregada a su victimario con un moño rojo atado al cuello.
¿Cómo era posible?
¿Sería que la vieja lo estaba enloqueciendo?
Toda la situación era demasiado para su sensible psiquis.
Un amigo le había aconsejado "cobrarle"... ¿Cobrarle que? Si él lo que quería era no tener que olerla más, no verla, no sentirla... no llevarle más la puta bolsa con verduras.
¿Y si cambiaba de rubro? ¡Tal vez la carnicería atraía menos degeneradas!
Pero hasta que se concrete el cambio de papa y batata a cuadril sin grasa, tendría que hacerle frente al problema.
Cuando se acercaba sintió un leve alivio. En la casa se escuchaba la música con un volumen considerable.
-Tiene visitas- imaginó contento- tomará las bolsas sin hacerme pasar y me despedirá ahí nomas.
Tocó el timbre, alguien apagó el aparato que emitía el sonido, abrió la puerta y desde adentro sonrió mostrando todos sus misteriosos dientes. ¡Le llamó tanto la atención que por un momento se quedó mirándole la boca! Imaginó que no tenía dientes o que los tenía todos rotos y marrones, pero no. Allí estaban todos, parejitos y completos.
-Deben ser postizos- se aventuró mentalmente y como encantado con esa nueva sonrisa... ¡entró!
-Disculpame por hacerte venir tan tarde- le dijo ella con un tono de voz distinto, tal vez más apacible, sereno.
-La vieja se debe haber dado una ducha de agua fría- siguió elucubrando.
-Pasá Danielito.
-¡Diego!
-Perdón, Dieguito, ¡no sé porqué pensé que eras Daniel!
-No señora, soy Diego. Me tengo que ir rápido. Disculpe. Dejo todo aquí. Hasta pronto.
-¡Danielito esperá!
-¡Diego!
-¡¡Diego!! Dieguito toma una gaseosa y te vas, ya te doy tu propina.
-No señora, gracias, ya me voy.
-No me hagas enojar Danielito, tomá la gaseosa.
-¡Diego! Bueno, muchas gracias.
Y allí fue la bendita gaseosa en dos tragos grandes que casi lo ahogan. Dejó el vaso sobre la mesa. Ella había entrado a una habitación y demoraba un poco.
¡Qué cansado que se sentía! Hizo a un lado una silla y se sentó mientras miraba la puerta por donde se había ido.
Se abrió un cuarto que estaba a su costado izquierdo y apareció ella. Se sobresaltó.
-¡Diego!- entró gritando la vieja con su habitual voz aguda y demasiado alta- ¡que suerte que ya estás aquí! ¡Veo que te tomaste toda la gaseosa querido! ¿No te enseñó tu mamá a no aceptar cosas de gente extraña?- y ni bien terminó de decir la frase lanzó una carcajada con la boca abierta, mostrando los pocos dientes que le quedaban, marrones y podridos.
Hubiese querido responder, pero no podía, los brazos, las piernas, la boca... nada respondía.
De la puerta por donde se había ido en una primera instancia apareció la primera Cándida. Las miró sin entender y sin querer entender.
La Cándida tranquila lo llevó arrastrando con silla y todo pegándole en la cabeza cuando hacía el intento por resistirse. Él trataba de levantar el rostro pero todo le pesaba, mientras lo trasladaban veía de soslayo como la otra Cándida alocada se desabrochaba el vestido dejando al descubierto las tetas.
-Dame las pastillas- ordenó la vieja con dientes.
La otra corrió a un cajón y regreso con varias pastillas celestes.
-No le des muchas, no me lo mates todavía- renegó la de los dientes podridos.
-Abrí la boca Daniel
-Diego- corrigió la otra
Y mientras una le hacía tragar con esfuerzo el medicamento, la otra daba aplausitos y corría de un lado al otro saltando jubilosa.
-Ya le va a hacer efecto, preparate- sentenció la Cándida con dientes.
Diego cerró los ojos y sonrió, cuando le sacaran los pantalones se descubriría que nunca había sido hombre,  el jefe seguramente lo correría, los amigos que había hecho después de mudarse y cambiar su vida no lo saludarían, esperaba que el caso no saliera en los periódicos porque su madre lo hallaría por fin... pero no quería perderse las caras de las Cándidas cuando descubriesen su secreto.
Abrió los ojos y las miró.
La seria estaba parada mirando lo faltante y a la otra le caía la baba por la boca abierta.
Llegó a largar una carcajada estridente antes de que las hermanas furiosas la atacaran.

12 comentarios:

Peregrino dijo...

¡Muy bueno...!!!! Festejo tus descripciones y ocurrencias...!!! No esperaba ese final...!!! Felicitaciones!!!

Bee Borjas dijo...

Uyyyyyyyyyy!!! Las cazadores, cazadas!!! Era una chica... Escarcha, no me lo esperaba para nada. Jajaja!!! Touché, reina.
Pobrecita... Las Cándidas estafadas en su buena fe, deben ser letales!!!
EXCELENTE!!! Me encantó!
Besos embrujados, morocha!

Gala dijo...

Impresionante giro diste a la historia.
Que malvadas! las dos compinchadas intentando aprovecharse del pobre muchacho que al final pudo reirse por unos instantes de ellas!
No quiero imaginar el ataque de estas dos desquiciadas al sentirse burladas! pobre Dieguito!

Tu genialidad no tiene límites, me encantó la historia.


Besitos mediterráneos.

Unknown dijo...

Diego, Dieguito, ay, por qué?! Malvadas locas!!!! Al menos alcanzó a reírse: no hay mayor afrenta que la risa para el mal. Se lo van a cobrar, sí, pero a esa última carcajada nadie se la quita.

Gran cuento, Escarcha!!!!!

Aplausos admirados

MORGANA dijo...

ASÍ ME GUSTA UNA VENGANZA PERFECTA AUNQUE NO PLANEADA.SE QUEDARON CON UN PALMO DE NARICES...¿BUSCARAN A OTRO?
BESOTES.

Shantal dijo...

Me engancho la historia, no pare hasta ver el final, totalmente inesperado y muy bueno, un placer haber encontrado tu rincon.

Quiero invitarte a mi blog q recien acaba de nacer, espero q te guste y q te quedes.

Besos

Anónimo dijo...

Hola Esacarcha , no me esparaba este final la verdad y mira tu por donde era una chica , ja,ja, muy bueno cada día lo haces mejor , besos de Lm.

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Un final sorpresivo que hace que el texto deje un magnífico sabor final y casi obligue a recomenzar la lectura.

Gran trabajo, Escarcha.

Un abrazo,

Enmascarado dijo...

Eso es trampa...escarcha. Jejeje
Tanto martirio para Dieguito no podía ser ¿no?
Pobres viejas, se les fastidió el festín.

Besitos.

Shorby dijo...

Aquí vengo poniéndome al día!!
No te comento en el segundo porque lo he leído ya =)
Buenísimos relatos, como nos tienes acostumbrados... Me encanta Cándida!! Muy buen personaje =)

Besotess

LA ZARZAMORA dijo...

Les salió el tiro por la culata.
Excelente.
Tienes una mente desbordante.
Vaya par de viejas chifladas.
Y Dieguito, por fin pudo descubrir sus intimidades...

Besos.

Carlobito dijo...

Debo confesarte que adiviné lo de las hermanas, pero el final me dejó tonto... eres increíble amiga.

Un abrazo fuerte

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