Monstruos que retozan en este sitio:

domingo, 26 de agosto de 2012

La rata

Soy la rata dormida bajo la cama, escondida en la bota olvidada. Espero que la luz se apague para despertar a mi vida y dar rienda suelta a mi instinto ratuno.
Te amo y te idolatro.
Cuando descansas, cuando no me tienes en cuenta, cuando ignoras mi existencia y tu repulsión no me ofende, me deslizo por debajo de las sábanas y lamo tus pies, te corto las uñas a mordidas, juego en tu sexo cálido y lo humedezco con mi saliva. Te beso, abriéndote los labios, royendo tus dientes, intercambiando fluidos.
Te amo, no me amas.
Te admiro, me tienes asco.
Cada noche juego con tu esencia y deposito mis fluidos en toda abertura que tu rostro me muestra.
Un día amanecerá y me habras aceptado o la roña de mi intestino devorará tus glóbulos rojos, aumentará alarmantemente los blancos y la bubónica calmará ¡mi orgullo herido!

viernes, 17 de agosto de 2012

Correctas.

Se debatía formando charcos entre las piernas, quería ser y no aparentar.
Tomó el mando, colapsó el margen de entendimiento, quería ser y no sólo formar parte del montón.
Intentó seducirlo pero no se sentía la hembra que copaba los ranking.
Torpe.
Hombruna.
Sádica.
Quería ser y no aparentar, ser. Ser ella pero sin evidenciarse. Ella pero a escondidas. Ella en secreto. Ella en la oscuridad.
¿Cómo atraerlo sin asustarlo?
¿Cómo conseguirlo? ¿Cómo lograr que entre a la madriguera sin hacer preguntas?
(No me cuestiones que me descubres. No me juzgues, soy el producto de la sociedad imponiendo reglas, y mi entrepierna queriendo quebrarlas, y la mente haciendo una hoguera con olores etílicos, azufrénicos, porrísticos.)
Limpia la casa, esconde los cuchillos (hasta el de manteca), tiende la cama, lava los platos. Los machos buscan hembras correctas (o no?). Se cepilla el cabello y usa una loción que la hace estornudar.
No será la hembra que está en el podio de los ranking pero ella puede (puede?) y lo hará.
El macho se siente atraído por su condición de normal.
Lo ha logrado (lo logré!). 
Él se siente confiado, conquistado, excitado.
Ella: hambrienta, diosa, poderosa, matrona, orgásmica.
Dobla las sábanas con olores seminales, como recuerdo de su capacidad de convicción.
No se peina, no usa perfume.
Su libido está en calma.
Lo alimenta, lo saca a pasear, lo limpia, le invita frutillitas con crema, no uso los grilletes que dejan extremidades azules y amorfas. Me desvivo por verlo feliz, ¿que espera para agradecer?
Lo devuelve a la sociedad, no es lo que buscaba.
Un macho que cumpla los rituales sexuales y sea buen compañero en la soledad, que deje el suficiente espacio para que la mujer sea tormento, rastrillo, dientes, rabia, a veces también mermelada... ¿es mucho pedir?
Ella intenta nuevamente ser pero sin evidenciarse. Soy a escondidas, en secreto... en la oscuridad.

martes, 7 de agosto de 2012

La enfermedad


Hoy parecía que sus huesos la dejarían levantarse.
Se sentó en la cama con cuidado, inventando melodías cada vez que un quejido se quería escapar. Los músculos ya no eran los de antes. Se momificaba en vida. Se miró las manos, ¿cuanto tiempo había pasado desde que la enfermedad la tirara en la cama? ya ni siquiera recordaba cual era el mal que la aquejaba. ¡Que vieja estaba! ¿cuantos años tendría? ¿30? ¿50? ¿80?
Había estado enferma mucho tiempo, era hora de recomenzar.
Abrió las ventanas. Un grueso monte se alzaba. Las plantas tapaban la visión del noventa por ciento del patio, pero lograba divisar algo celeste a unos cuantos metros, escondido entre los espinales. ¿Qué era? No sería raro que extraños hubiesen entrado mientras ella convalecía, y dejaran escondido objetos robados. Temía abrigarse y salir, pero tenía que saber que era. Se puso una campera que encontró tirada en el comedor. Se asombró del estado deplorable que mostraba su casa. Polvo. Platos sucios. Latas, vasos y tazas esparcidas por el piso. ¿Quien le daba de comer? ¿Cuanto tiempo estuvo enferma? ¿Como sobrevivió? ¿Sería ella quien se levantaba a cocinar y no lo recordaba porque lo hacía  sumergida en fiebres demoledoras? Abrió la puerta. Le dolió el pecho, intentó retroceder pero se obligó a seguir. Unos pasos. Llanto. Se acercaba y lograba distinguir formas. Lamento. Un grito angustiante. Estaba a un metro y se sentó en la tierra para tomar aire, temía colapsar, se arrastró y sosteniendo los barandales celestes se incorporó.
Era una cuna.
Aun tenía el colchoncito su color verde agua, y unos peluches dispersos. Regresó de rodillas, con el peso de la muerte nutriéndose en el útero. Cerró la puerta, le puso llave y quedó tirada en el piso.
La fiebre había regresado.
Related Posts with Thumbnails