Monstruos que retozan en este sitio:

jueves, 7 de julio de 2016

La bicicleta

Antes de abrir la puerta la observó detenidamente. Estaba con las ruedas desinfladas y parecía vieja, con la pintura descascarada y el óxido devorándola por partes.
Miró a su alrededor buscando al posible dueño del vehículo pero no había gente en la zona. Un pequeño déja vu le dejó una presión en el pecho que no supo definir, la imagen que se había cruzado era tan efímera que ni siquiera logró reconocerla.
Entró a la casa, se preparó un café mientras se cambiaba de ropa. Se duchó pensando que no recordaba haberse desvestido. Puso la pava para el café y reaccionó que ya lo había hecho aunque el recipiente estuviera frío y limpio.
La bicicleta vieja y oxidada lo estaba despertando, vivía en una zona anacrónica. Un movimiento a sus espaldas lo sobresaltó, giró y encontró al niño casi destruido y recordó la calle con agua, la felicidad de mojarse los pies mientras pedaleaba, el vehículo que le tocaba bocina, el ruido de los frenos, el impacto, el dolor, el llanto, la ausencia de tiempo.
El pequeño se acercó y le extendió la mano.

-¿Vamos? – preguntó el pasado y el fantasma se aferró a él para seguirlo.
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